miércoles, 15 de agosto de 2018

Aunque no le guste... todo se clasifica

Es un tema del día a día. Hoy se habla "indirectamente" de la clasificación como una forma de discriminación. Tristemente es algo que se ha hecho siempre y que, aunque a muchos no les agrade la idea, facilita la comprensión de muchas cosas.

¿De qué otra manera podríamos hacernos entrar en la cabeza la diversidad del globo? Eso asumiendo que somos capaces de memorizar los entre dos a cien millones de especies (y contando) que habitan el planeta tierra.

Vivimos en un planeta cuya característica fundamental es la diversidad y para comprenderla hay que tolerar lo que viene a continuación:

Clasificación



Le sonará pasado de moda, pero las especies se nombran y clasifican según un sistema diseñado hace más de 250 años. Ojo que esto no es algo que me esté inventando, esta escrito en nuestra bibliografía de base: El Libro de la Naturaleza.

Por siglos, hemos estudiado la naturaleza; el ser humano es una criatura curiosa y le encanta saber cosas nuevas sobre su entorno. ¡Vamos! De alguna parte tiene justificarse el gusto por la vida ajena. 

¡Exploradores! ¡Si!, podríamos decir que ellos son la expresión perfecta, en carne y hueso, de la curiosidad humana en cuanto a su entorno. Mi estimado lector, ¿sabía usted que ya a inicios del siglo XVII había colecciones de historia natural en Europa? Esas colecciones fueron armadas por exploradores, pero tristemente ese material no era tan accesible como lo es hoy. Digamos que el objetivo inicial para reunir tanta información era ordenar a los seres vivos para reflejar el plan divino de la creación. ¿No se si me explico?

Lo cierto es que el conocimiento de hoy nació en el viejo continente, no creo que eso sea un secreto, mucho menos creo que alguien se atreva a negarlo. Otra verdad irrefutable es que todo ser vivo sobre este planeta tiene un nombre en latín... romántico idioma. Se basa en un método binominal de identificación que trajo orden a la arbitraria clasificación que se había usado hasta mediados del siglo XVIII. Los padres de esto son los señores Carlos Linneo y Peter Artedi; aunque fue el primero quien finalizó y publicó la obra, pues el señor Arteri tuvo una prematura muerte mientras desarrollaba su parte del trabajo. ¡Una lástima!

Ahora usted se estará preguntando ¿Qué es ese sistema binominal en latín? 
Está compuesto por el género (que comienza con mayúscula), y el nombre descriptivo de la especie (en minúscula)... todo en letra cursiva.

Con ese "pequeño" detalle finalizó toda la confusión que existía; de hecho, así se comprendió que dentro de una especie hay diversas sub-especies y cada una de ellas se diferencian entre sí.

¡Pero, atención, mi querido lector! Hoy en día el sistema binominal ya no se ocupa. Nos hemos vuelto más sofisticados. Por los años 1800 se comenzó a usar un sistema trinominal de clasificación, el cual fue implementado por Elliot Coves y Walter Rothschild. Con eso se logró acomodar las sub-especies de las que le hablé recientemente. De todas maneras, con los siglos, este antiguo sistema también ha sufrido modificaciones. De hecho, para entender mucho mejor le invitó a estudiar un poco los siguientes temas (exactamente en este orden):
  • Animales y plantas - Aristóteles.
  • Orden del Caos - John Ray.
  • Animal, vegetal o mineral - Carlos Linneo.
  • Un nuevo reino - Ernst Haeckel.
  • Hallazgo de las Arqueas - Carl Woese.




Supongo que para estas alturas ya se habrá percatado de que todavía no le muestro ninguna clasificación en concreto.

¡Calma! No coma ansias, he dejado lo mejor para el final.

Respetuosamente le presento la clasificación tradicional de las especies o taxonomía:



Nota de importancia: Cada escalón de la clasificación se denomina taxón (de allí que se hable de taxonomía), y cuenta con determinadas características que deben cumplirse para que una especie pertenezca a uno u otro.


DOMINIO: clasifica a los organismos según posean o no un núcleo; distinguiéndose de esta manera los eucariotas (protistas, plantas, hongos y animales) de los procariotas (arqueas y bacterias).
Una vez determinado el dominio, se continúa con el siguiente taxón: el Reino.

REINO: antiguamente solo se hablaba del reino animal y del reino vegetal, hoy se han subdividido; sin embargo, algo que no debe olvidar (pues es nuestro reino), es que se habla del reino animal ante todo organismo multicelular que requiere alimentarse de otras especies para sobrevivir.
Al definir a qué reino pertenece nuestro organismo, debemos continuar hacia el siguiente taxón: el Filo.

FILO: esta es una subdivisión (de las que mencionamos antes), en cada una se incluyen clases que comparten uno o más rasgos en común.
Luego se pasa al siguiente taxón: la Clase.

CLASE: fue Linneo el que introdujo esta categoría, e incluye uno o más órdenes, que podríamos definirlos como organismos que cuentan con ciertas características específicas. Por ejemplo: animales de sangre caliente.
Como habrá imaginado, luego sigue: el Orden.

ORDEN: contiene una o más familias. Los carnívoros, por ejemplo.
De esa manera, luego hay que definir: la Familia.

FAMILIA: está compuesta por géneros y sus especies. Caninos y felinos, por ejemplo.
Luego se define: el Género.

GÉNERO: No se confunda, esto no se refiere a femenino vs masculino. Es un término acuñado por Aristóteles y lo que hace es identificar las subdivisiones dentro de una familia, aquí es donde entra la primera palabra en latín de la que le hablé hace un rato. Por ejemplo, al hablar de los zorros se utilizará el género Vulpes.
Finalmente, y después de un largo camino, recién se definirá: la Especie.

ESPECIE: esta es la unidad básica de la taxonomía. Hablamos de poblaciones de animales que son similares y solo se reproducen entre sí. Aquí aplica la segunda palabra en latín de la que le hablé. Entonces, si seguimos con el ejemplo de los zorros, sería Vulpes vulpes.

Pero no se angustie, aquí debajo le dejo una imagen que deja bastante claro lo que le acabo de describir.


Hasta aquí los dejo por hoy. No es mucho pero resulta un poco complejo de digerir. La próxima vez comenzaremos hablando un poco de genealogía animal.

¡Nos vemos!, y, como siempre, muchas gracias por la lectura.

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