domingo, 25 de octubre de 2009

Violencia Mediática: fomentando la delincuencia juvenil.

Según la Asociación Norteamericana de Psicología, un niño, a los 12 años, ha visto 8.000 asesinatos y 100.000 actos violentos, a una media de tres horas diarias de televisión. Estas cifras se relacionan con el marketing; la violencia televisiva es un género de fácil producción y venta en el mercado mundial. De acuerdo a un estudio de series televisivas de argumento criminal, el 17% de los programas emitidos en Estados Unidos corresponde a este género, mientras que un 46% de estos se emite en el extranjero con elevada sintonía.

En un artículo publicado en la Revista Latina de Comunicación Social, en España, se indica que un porcentaje importante de los niños y adolescentes, culpables de acciones agresivas, son consumidores de violencia de ficción que se vende a través del cine y la televisión. Esta agresividad ha recibido el nombre de violencia mediática, que, hoy en día, se complementa con la violencia social y familiar que, diariamente, sufren esos grupos etarios. De esta manera, es lógico que un niño en desarrollo se comporte de manera agresiva, creciendo en un ambiente donde se muestra que la hostilidad es la manera normal de conducirse en la vida.

La investigación sociológica, por su parte, plantea que ciertos comportamientos agresivos, emitidos por las cadenas de televisión, podrían ser imitados por sujetos especialmente sensibles a ello. De esta forma, se comprobó, a fines del siglo XIX, el incremento en el índice de asaltos violentos tras la difusión de alguna noticia de homicidio. Sin embargo, estos resultados demostraban que la actitud agresiva viene del individuo y no de las imágenes que se encuentran en su entorno; por lo tanto las imágenes no influyen en su comportamiento.

Una opinión contraria plantean los pedagogos Wilbur Schramm, Jack Lyle y Edwin Parker, quienes, a principios de los ochenta, lograron establecer que efectivamente la influencia de la televisión y el cine sobre el comportamiento juvenil era real; sin embargo, no fueron capaces de cuantificar el grado de esta. Durante su estudio, los investigadores determinaron que los niños y adolescentes no se ven afectados de igual manera, sino que deben darse una serie de factores psico-sociales para que esto ocurra, entre los que destaca el entorno ambiental y el familiar.

Aún cuando los estudios sociológicos se inclinan por argumentar que la condición mental de los individuos es la que determina la susceptibilidad frente a la violencia mediática, no descartan que con las imágenes de violencia televisiva se potenciaría el comportamiento antisocial agresivo del individuo.



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Fuentes:

- Quesada, M. (2000). Violencia mediática y reacción social. Revista Latina de comunicación Social, 3 (026), 39-40. España.
- "Wilbur Lang Schramm (1907-1987)". Rescatado el 25 de octubre de 2009, de http://www.infoamerica.org/teoria/schramm1.htm

domingo, 4 de octubre de 2009

Inmigración: un rechazo sin justificación

Se sabe que la migración es el movimiento de personas de un lugar a otro, dentro de la que se consideran la emigración e inmigración; esta última sucede cuando individuos que provienen de otro lugar ingresan a un país o región. En Chile, esta movilización de personas fue desde Europa y Medio Oriente, durante los siglos XIX y XX; sin embargo, en la actualidad, los inmigrantes son principalmente de origen americano, específicamente de Latinoamérica y Estados Unidos.

Para los chilenos, hablar de inmigración es un tema difícil de abordar y, que, la mayoría de las veces, implica una polémica cuya principal característica es el uso de argumentos que no tienen justificación. Un ejemplo claro es que tras considerar que los inmigrantes, en muchos aspectos, constituyen una amenaza para la sociedad, el chileno promedio se justifique argumentando que son los responsables de la disminución de las oportunidades laborales y del aumento de la delincuencia e inseguridad ciudadana.

Sin embargo, la población de inmigrantes solo representa un 1,8% de la nacional; una cifra que es insignificante en comparación con países como España, donde la tasa de inmigrantes representa un 11,3% de la población. De esta manera los argumentos mencionados en contra de los inmigrantes no son justificados por la estadística.

Entonces, ¿por qué se produce este rechazo a la inmigración? Son diversas las opiniones planteadas al respecto, entre ellas destaca la hipótesis de que es un comportamiento heredado desde la época colonial y que se ha fomentado a partir de las guerras con los países vecinos. De esta manera, solo basta analizar la diferencia en el comportamiento del chileno frente a un inmigrante europeo y un inmigrante latinoamericano. El primero es tratado con pleitesía, más aún si este es rubio y de ojos azules; por el contrario, el latinoamericano, de tez morena, suele ser tratado con desdén, del mismo modo que un criollo trataría a un indígena en el siglo XVII.

La razón del rechazo a la inmigración podría justificarse por medio de la idiosincrasia chilena. Ya que, claramente no da lo mismo ser un inmigrante europeo que uno latinoamericano, quien despierta fervores nacionalistas y aviva vestigios de discriminación colonial. Esto solo demuestra que aún queda un largo camino para ver como quieren en Chile al amigo cuando es forastero.