Según la Asociación Norteamericana de Psicología, un niño, a los 12 años, ha visto 8.000 asesinatos y 100.000 actos violentos, a una media de tres horas diarias de televisión. Estas cifras se relacionan con el marketing; la violencia televisiva es un género de fácil producción y venta en el mercado mundial. De acuerdo a un estudio de series televisivas de argumento criminal, el 17% de los programas emitidos en Estados Unidos corresponde a este género, mientras que un 46% de estos se emite en el extranjero con elevada sintonía.
En un artículo publicado en la Revista Latina de Comunicación Social, en España, se indica que un porcentaje importante de los niños y adolescentes, culpables de acciones agresivas, son consumidores de violencia de ficción que se vende a través del cine y la televisión. Esta agresividad ha recibido el nombre de violencia mediática, que, hoy en día, se complementa con la violencia social y familiar que, diariamente, sufren esos grupos etarios. De esta manera, es lógico que un niño en desarrollo se comporte de manera agresiva, creciendo en un ambiente donde se muestra que la hostilidad es la manera normal de conducirse en la vida.
La investigación sociológica, por su parte, plantea que ciertos comportamientos agresivos, emitidos por las cadenas de televisión, podrían ser imitados por sujetos especialmente sensibles a ello. De esta forma, se comprobó, a fines del siglo XIX, el incremento en el índice de asaltos violentos tras la difusión de alguna noticia de homicidio. Sin embargo, estos resultados demostraban que la actitud agresiva viene del individuo y no de las imágenes que se encuentran en su entorno; por lo tanto las imágenes no influyen en su comportamiento.
Una opinión contraria plantean los pedagogos Wilbur Schramm, Jack Lyle y Edwin Parker, quienes, a principios de los ochenta, lograron establecer que efectivamente la influencia de la televisión y el cine sobre el comportamiento juvenil era real; sin embargo, no fueron capaces de cuantificar el grado de esta. Durante su estudio, los investigadores determinaron que los niños y adolescentes no se ven afectados de igual manera, sino que deben darse una serie de factores psico-sociales para que esto ocurra, entre los que destaca el entorno ambiental y el familiar.
Aún cuando los estudios sociológicos se inclinan por argumentar que la condición mental de los individuos es la que determina la susceptibilidad frente a la violencia mediática, no descartan que con las imágenes de violencia televisiva se potenciaría el comportamiento antisocial agresivo del individuo.
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Fuentes:
- Quesada, M. (2000). Violencia mediática y reacción social. Revista Latina de comunicación Social, 3 (026), 39-40. España.
- "Wilbur Lang Schramm (1907-1987)". Rescatado el 25 de octubre de 2009, de http://www.infoamerica.org/teoria/schramm1.htm
Felicitaciones Susana, texto limpio, bastante claro, bien documentado y con la necesaria indicación de fuentes.
ResponderEliminar- Violencia mediática (minúscula la m): fomentando... y sin punto los títulos
- De acuerdo con
- este - (de estos)
- Esta... De esta...
- agresiva si crece
- de dónde son los pedagogos
- los '80
- La opinión contraria platea casi la misma postura que la expuesta en el párrafo anterior; revisar eso.
- Aun = incluso; Aún = todavía.