jueves, 28 de junio de 2018

En mi planeta vivo

No tengo hijos, pero si los tuviera me encantaría que ellos heredasen mi amor por la lectura. Si ese fuera el caso, adoraría que leyesen este libro que acabo de comenzar. Una enciclopedia.

Si, usted ha leído bien. Cuando era pequeña, en casa teníamos dos grandes series de enciclopedias: Cosmos y Monitor. Las amaba. Todavía existen en casa de mis padres y es que mucho de lo que tienen no ha cambiado con el paso del tiempo. ¡Pues bien! El libro que tengo en mis manos es como esos. Se titula El Libro de la Naturaleza, fue publicado originalmente en Gran Bretaña en 2010, gracias a editorial Dorling Kindersley.


¿Sabes qué es lo genial de las enciclopedias? En mi opinión es que como están dirigidas a público general, contienen de todo un poco. El punto de partida perfecto para volver a aprender. 

¿Comenzamos? El primer episodio de esta historia se titula:



Un Planeta Vivo




Pues bien, con la lectura de hoy he recordado que la Tierra no es solo un cuerpo inerte en el que habitamos los seres vivos, y que todos los procesos naturales que en ella acontecen son necesarios para la existencia de la vida. En otras palabras, nada es por casualidad.

El majestuoso planeta azul, como muchos gustan nombrarlo, posee la fortuna de encontrarse a la distancia perfecta del Sol; esto le garantiza la existencia de una atmósfera exterior y una hidrosfera (el agua) superficial. Esto aísla y protege, permitiendo la vida.

El planeta en sí mismo, como todas las cosas bellas y perfectas, está compuesto por capas; cada una con distinta consistencia, grosor y función. El centro es el núcleo, es sólido, pero está rodeado por una capa fundida. Si, no pude evitar recordar la película "El Núcleo" (The Core); particularmente la escena en la que el guapísimo Dr. Keyes explica a los hombres del gobierno, el trágico destino del planeta una vez que su núcleo se detenga.

Volviendo a lo de las capas, tenemos el núcleo al centro y la corteza en la parte más externa; entre ambas está el manto, el cual tiene bastante movimiento producto del calor generado por la parte central del planeta y, en consecuencia, ejerce presión continua contra la capa más externa. La corteza se divide en placas, las que por efectos de esa presión van transformando la geografía terrestre (valles, océanos, montañas, etc).


Nuestra distancia al Sol garantiza luz y calor; por consiguiente, el calentamiento de la atmósfera, las grandes masas de agua y la tierra, configuran el clima y todo lo que ello conlleva.
Por otro lado, el romántico satélite natural de la Tierra, la Luna, en su incansable rotación en torno al planeta, causa las mareas como consecuencia de su atracción gravitatoria. Había escuchado más de una vez que eso era un mito, pero (ya ven) no lo era. Los que vivimos en las costas del globo lidiamos con eso cada día.


¿Recuerdan que les hablé de la atmósfera? ¿Ese hermoso manto invisible que nos brinda su protección? 
Resulta gracioso que ella también esté compuesta por capas (así que insisto en que todo lo bello y perfecto está constituido por capas). Cada sección de la atmósfera cuenta con diferente temperatura y composición gaseosa, pero les parecerá interesante que el mayor porcentaje de esos gases son nitrógeno y oxígeno.

Ahora, ¿qué es todo eso de la protección con lo que vengo fastidiando? En el caso de la atmósfera, acontece en diferentes ámbitos.

Por ejemplo, la capa de ozono es nuestro escudo protector contra los rayos ultravioletas; sin ella no existiríamos. Vuelvo a citar "El Núcleo", ¿recuerdan esa escena del Puente de Brooklyn? Solo para hacernos una idea.

Por otro lado, la troposfera, otra capa de la atmósfera (sus 16 km inferiores para ser exactos), es donde se restringe la actividad climática; aquí también, gracias a la interacción con el agua superficial terrestre, se recicla y distribuye ese preciado elemento (nubes, lluvia, nieve, ¿me siguen?).

Por supuesto que no podemos olvidar mencionar que gracias al oxígeno en la atmósfera respiramos.

¿Qué más?

Un planeta no es tal sin la tierra que lo constituye. Supongo que no han olvidado que se divide en capas (porque he sido bastante insistente con eso). Sabemos que la vida se desarrolla en la capa más externa, la corteza. En ella hay otro elemento fundamental para la existencia de vida, de hecho es algo inorgánico y cuenta con más de 500 tipos diferentes. Estoy hablando de las rocas; compuestas por miles de minerales y producto del levantamiento de la corteza junto a fenómenos como la meteorización y la erosión (que trataremos más adelante).

No les voy a decir que las rocas también tienen capas. Pero si les voy a comentar que existen tipos de rocas. Tres categorías para mayor precisión, y aunque suene romántico, cada una cuenta una parte de la historia del planeta.


  1. Rocas ígneas. La roca fundida se enfría y solidifica, ese es su origen; dependiendo de qué tan rápido ese proceso sucede, pueden ser de grano fino (ocurre rápido) o grueso (ocurre lento). Lo primero que se me vino a la mente cuando leí esto, fue un volcán haciendo erupción junto al océano y otro en la mitad de la antártica. ¿Qué tipo de roca ígnea se produciría en cada situación?
  2. Rocas metamórficas. Por el calor y la presión, pero en la capa más profunda de la corteza.
  3. Rocas sedimentarias. Estas sí que cuentan historias variadas, relacionadas con las diferentes vidas que han transitado por la Tierra. Tenemos arena y esqueletos de animales que se compactan producto de la presión de capas de más de lo mismo, el agua y el paso el tiempo.

¿Interesante verdad? La próxima vez que mire una roca o la sostenga en mi mano, por respeto, necesariamente tendré que pensar qué tipo es y cuál podría ser la historia que esconde. Cuando salga a dar un paseo, tendré que estar consciente de que camino sobre kilómetros de anécdotas, historia.



Hasta aquí el aprendizaje de hoy. Muchas gracias por leerme y espero sus comentarios si se animan.

¡Hasta la próxima!

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