Según la Asociación Norteamericana de Psicología, un niño, a los 12 años, ha visto 8.000 asesinatos y 100.000 actos violentos, a una media de tres horas diarias de televisión. Estas cifras se relacionan con el marketing; la violencia televisiva es un género de fácil producción y venta en el mercado mundial. De acuerdo con un estudio de series televisivas de argumento criminal, el 17% de los programas emitidos en Estados Unidos corresponde a este género, mientras que un 46% de este se emite en el extranjero con elevada sintonía.
En un artículo publicado en la Revista Latina de Comunicación Social, en España, se indica que un porcentaje importante de los niños y adolescentes, culpables de acciones agresivas, son consumidores de violencia de ficción que se vende a través del cine y la televisión. Esa agresividad ha recibido el nombre de violencia mediática, que, hoy en día, se complementa con la violencia social y familiar que, diariamente, sufren esos grupos etarios. De esta manera, es lógico que un niño en desarrollo se comporte de manera agresiva se crece en un ambiente donde se muestra que la hostilidad es la manera normal de conducirse en la vida.
La investigación sociológica, por su parte, plantea que ciertos comportamientos agresivos, emitidos por las cadenas de televisión, podrían ser imitados por sujetos especialmente sensibles a ello. De esta forma, se comprobó, a fines del siglo XIX, el incremento en el índice de asaltos violentos tras la difusión de alguna noticia de homicidio. Sin embargo, estos resultados demostraban que la actitud agresiva viene del individuo y no de las imágenes que se encuentran en su entorno; por lo tanto las imágenes no influyen en su comportamiento.
Una opinión contraria plantean Wilbur Schramm, Jack Lyle y Edwin Parker, pedagogos de la Universidad de Stanford, quienes, a principios de los ‘80, lograron establecer que efectivamente la influencia de la televisión y el cine sobre el comportamiento juvenil era real; sin embargo, no fueron capaces de cuantificar el grado de esta. Durante su estudio, los investigadores determinaron que los niños y adolescentes no se ven afectados de igual manera, sino que deben darse una serie de factores psico-sociales para que esto ocurra, entre los que destaca el entorno ambiental y el familiar.
Aun cuando los estudios sociológicos se inclinan por argumentar que la condición mental de los individuos es la que determina la susceptibilidad frente a la violencia mediática, no descartan que con las imágenes de violencia televisiva se potenciaría el comportamiento antisocial agresivo del individuo.
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Fuentes:
- Quesada, M. (2000). Violencia mediática y reacción social. Revista Latina de comunicación Social, 3 (026), 39-40. España.
- "Wilbur Lang Schramm (1907-1987)". Rescatado el 25 de octubre de 2009, de http://www.infoamerica.org/teoria/schramm1.htm
- Sage Journals online. (s.f.). Book Reviews. Recuperado el 1 de noviembre de 2009, de http://gaz.sagepub.com/cgi/pdf_extract/7/3/355?ck=nck
domingo, 1 de noviembre de 2009
Violencia mediática: fomentando la delincuencia juvenil
domingo, 25 de octubre de 2009
Violencia Mediática: fomentando la delincuencia juvenil.
Según la Asociación Norteamericana de Psicología, un niño, a los 12 años, ha visto 8.000 asesinatos y 100.000 actos violentos, a una media de tres horas diarias de televisión. Estas cifras se relacionan con el marketing; la violencia televisiva es un género de fácil producción y venta en el mercado mundial. De acuerdo a un estudio de series televisivas de argumento criminal, el 17% de los programas emitidos en Estados Unidos corresponde a este género, mientras que un 46% de estos se emite en el extranjero con elevada sintonía.
En un artículo publicado en la Revista Latina de Comunicación Social, en España, se indica que un porcentaje importante de los niños y adolescentes, culpables de acciones agresivas, son consumidores de violencia de ficción que se vende a través del cine y la televisión. Esta agresividad ha recibido el nombre de violencia mediática, que, hoy en día, se complementa con la violencia social y familiar que, diariamente, sufren esos grupos etarios. De esta manera, es lógico que un niño en desarrollo se comporte de manera agresiva, creciendo en un ambiente donde se muestra que la hostilidad es la manera normal de conducirse en la vida.
La investigación sociológica, por su parte, plantea que ciertos comportamientos agresivos, emitidos por las cadenas de televisión, podrían ser imitados por sujetos especialmente sensibles a ello. De esta forma, se comprobó, a fines del siglo XIX, el incremento en el índice de asaltos violentos tras la difusión de alguna noticia de homicidio. Sin embargo, estos resultados demostraban que la actitud agresiva viene del individuo y no de las imágenes que se encuentran en su entorno; por lo tanto las imágenes no influyen en su comportamiento.
Una opinión contraria plantean los pedagogos Wilbur Schramm, Jack Lyle y Edwin Parker, quienes, a principios de los ochenta, lograron establecer que efectivamente la influencia de la televisión y el cine sobre el comportamiento juvenil era real; sin embargo, no fueron capaces de cuantificar el grado de esta. Durante su estudio, los investigadores determinaron que los niños y adolescentes no se ven afectados de igual manera, sino que deben darse una serie de factores psico-sociales para que esto ocurra, entre los que destaca el entorno ambiental y el familiar.
Aún cuando los estudios sociológicos se inclinan por argumentar que la condición mental de los individuos es la que determina la susceptibilidad frente a la violencia mediática, no descartan que con las imágenes de violencia televisiva se potenciaría el comportamiento antisocial agresivo del individuo.
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Fuentes:
- Quesada, M. (2000). Violencia mediática y reacción social. Revista Latina de comunicación Social, 3 (026), 39-40. España.
- "Wilbur Lang Schramm (1907-1987)". Rescatado el 25 de octubre de 2009, de http://www.infoamerica.org/teoria/schramm1.htm
En un artículo publicado en la Revista Latina de Comunicación Social, en España, se indica que un porcentaje importante de los niños y adolescentes, culpables de acciones agresivas, son consumidores de violencia de ficción que se vende a través del cine y la televisión. Esta agresividad ha recibido el nombre de violencia mediática, que, hoy en día, se complementa con la violencia social y familiar que, diariamente, sufren esos grupos etarios. De esta manera, es lógico que un niño en desarrollo se comporte de manera agresiva, creciendo en un ambiente donde se muestra que la hostilidad es la manera normal de conducirse en la vida.
La investigación sociológica, por su parte, plantea que ciertos comportamientos agresivos, emitidos por las cadenas de televisión, podrían ser imitados por sujetos especialmente sensibles a ello. De esta forma, se comprobó, a fines del siglo XIX, el incremento en el índice de asaltos violentos tras la difusión de alguna noticia de homicidio. Sin embargo, estos resultados demostraban que la actitud agresiva viene del individuo y no de las imágenes que se encuentran en su entorno; por lo tanto las imágenes no influyen en su comportamiento.
Una opinión contraria plantean los pedagogos Wilbur Schramm, Jack Lyle y Edwin Parker, quienes, a principios de los ochenta, lograron establecer que efectivamente la influencia de la televisión y el cine sobre el comportamiento juvenil era real; sin embargo, no fueron capaces de cuantificar el grado de esta. Durante su estudio, los investigadores determinaron que los niños y adolescentes no se ven afectados de igual manera, sino que deben darse una serie de factores psico-sociales para que esto ocurra, entre los que destaca el entorno ambiental y el familiar.
Aún cuando los estudios sociológicos se inclinan por argumentar que la condición mental de los individuos es la que determina la susceptibilidad frente a la violencia mediática, no descartan que con las imágenes de violencia televisiva se potenciaría el comportamiento antisocial agresivo del individuo.
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Fuentes:
- Quesada, M. (2000). Violencia mediática y reacción social. Revista Latina de comunicación Social, 3 (026), 39-40. España.
- "Wilbur Lang Schramm (1907-1987)". Rescatado el 25 de octubre de 2009, de http://www.infoamerica.org/teoria/schramm1.htm
domingo, 4 de octubre de 2009
Inmigración: un rechazo sin justificación
Se sabe que la migración es el movimiento de personas de un lugar a otro, dentro de la que se consideran la emigración e inmigración; esta última sucede cuando individuos que provienen de otro lugar ingresan a un país o región. En Chile, esta movilización de personas fue desde Europa y Medio Oriente, durante los siglos XIX y XX; sin embargo, en la actualidad, los inmigrantes son principalmente de origen americano, específicamente de Latinoamérica y Estados Unidos.
Para los chilenos, hablar de inmigración es un tema difícil de abordar y, que, la mayoría de las veces, implica una polémica cuya principal característica es el uso de argumentos que no tienen justificación. Un ejemplo claro es que tras considerar que los inmigrantes, en muchos aspectos, constituyen una amenaza para la sociedad, el chileno promedio se justifique argumentando que son los responsables de la disminución de las oportunidades laborales y del aumento de la delincuencia e inseguridad ciudadana.
Sin embargo, la población de inmigrantes solo representa un 1,8% de la nacional; una cifra que es insignificante en comparación con países como España, donde la tasa de inmigrantes representa un 11,3% de la población. De esta manera los argumentos mencionados en contra de los inmigrantes no son justificados por la estadística.
Entonces, ¿por qué se produce este rechazo a la inmigración? Son diversas las opiniones planteadas al respecto, entre ellas destaca la hipótesis de que es un comportamiento heredado desde la época colonial y que se ha fomentado a partir de las guerras con los países vecinos. De esta manera, solo basta analizar la diferencia en el comportamiento del chileno frente a un inmigrante europeo y un inmigrante latinoamericano. El primero es tratado con pleitesía, más aún si este es rubio y de ojos azules; por el contrario, el latinoamericano, de tez morena, suele ser tratado con desdén, del mismo modo que un criollo trataría a un indígena en el siglo XVII.
La razón del rechazo a la inmigración podría justificarse por medio de la idiosincrasia chilena. Ya que, claramente no da lo mismo ser un inmigrante europeo que uno latinoamericano, quien despierta fervores nacionalistas y aviva vestigios de discriminación colonial. Esto solo demuestra que aún queda un largo camino para ver como quieren en Chile al amigo cuando es forastero.
Para los chilenos, hablar de inmigración es un tema difícil de abordar y, que, la mayoría de las veces, implica una polémica cuya principal característica es el uso de argumentos que no tienen justificación. Un ejemplo claro es que tras considerar que los inmigrantes, en muchos aspectos, constituyen una amenaza para la sociedad, el chileno promedio se justifique argumentando que son los responsables de la disminución de las oportunidades laborales y del aumento de la delincuencia e inseguridad ciudadana.
Sin embargo, la población de inmigrantes solo representa un 1,8% de la nacional; una cifra que es insignificante en comparación con países como España, donde la tasa de inmigrantes representa un 11,3% de la población. De esta manera los argumentos mencionados en contra de los inmigrantes no son justificados por la estadística.
Entonces, ¿por qué se produce este rechazo a la inmigración? Son diversas las opiniones planteadas al respecto, entre ellas destaca la hipótesis de que es un comportamiento heredado desde la época colonial y que se ha fomentado a partir de las guerras con los países vecinos. De esta manera, solo basta analizar la diferencia en el comportamiento del chileno frente a un inmigrante europeo y un inmigrante latinoamericano. El primero es tratado con pleitesía, más aún si este es rubio y de ojos azules; por el contrario, el latinoamericano, de tez morena, suele ser tratado con desdén, del mismo modo que un criollo trataría a un indígena en el siglo XVII.
La razón del rechazo a la inmigración podría justificarse por medio de la idiosincrasia chilena. Ya que, claramente no da lo mismo ser un inmigrante europeo que uno latinoamericano, quien despierta fervores nacionalistas y aviva vestigios de discriminación colonial. Esto solo demuestra que aún queda un largo camino para ver como quieren en Chile al amigo cuando es forastero.
domingo, 27 de septiembre de 2009
Inmigración: un rechazo sin justificación
Se sabe que la migración es el movimiento de personas de un lugar a otro, dentro de la cual se consideran la emigración e inmigración; esta última sucede cuando personas que provienen de otro lugar ingresan a un país o región. En Chile, esta movilización de personas fue principalmente desde Europa y Medio Oriente, durante los siglos XIX y XX; sin embargo, en la actualidad, los inmigrantes son principalmente de origen americano, específicamente de Latinoamérica y Estados Unidos.
Para los chilenos, hablar de inmigración es un tema áspero que, la mayoría de las veces, implica polémica. Se considera que los inmigrantes constituyen una amenaza para la sociedad en muchos aspectos, dentro de los cuales destacan la disminución en las oportunidades laborales y el aumento de la delincuencia e inseguridad ciudadana.
Sin embargo, la población de inmigrantes solo representa un 1,8% de la nacional; una cifra que viene a ser insignificante en comparación a países como España, donde la tasa de inmigrantes representa un 11,3% de la población. Por lo que muchos de los argumentos que utiliza el chileno promedio en contra de la inmigración no son justificados por la estadística.
Entonces, ¿de dónde proviene el rechazo a la inmigración? Son diversas las opiniones planteadas al respecto, entre ellas destaca la hipótesis de que es un comportamiento heredado desde la época colonial y que se ha fomentado a partir de las guerras con los países vecinos. De esta manera, solo basta analizar la diferencia en el comportamiento del chileno frente a un inmigrante europeo y un inmigrante latinoamericano. Donde el primero es tratado con pleitesía, más aún si este es rubio y de ojos azules; por otro lado, el latinoamericano, de tez morena, suele ser tratado con desdén, del mismo modo en que un criollo trataría a un indígena en el siglo XVII.
Finalmente, la razón del rechazo a la inmigración podría justificarse por medio de la idiosincrasia chilena. Ya que, claramente, no da lo mismo ser un inmigrante europeo que uno latinoamericano, el cual despierta fervores nacionalistas y aviva vestigios de discriminación colonial. Esto solo demuestra que aún queda un largo camino para ver como quieren en Chile, al amigo cuando es forastero.
Para los chilenos, hablar de inmigración es un tema áspero que, la mayoría de las veces, implica polémica. Se considera que los inmigrantes constituyen una amenaza para la sociedad en muchos aspectos, dentro de los cuales destacan la disminución en las oportunidades laborales y el aumento de la delincuencia e inseguridad ciudadana.
Sin embargo, la población de inmigrantes solo representa un 1,8% de la nacional; una cifra que viene a ser insignificante en comparación a países como España, donde la tasa de inmigrantes representa un 11,3% de la población. Por lo que muchos de los argumentos que utiliza el chileno promedio en contra de la inmigración no son justificados por la estadística.
Entonces, ¿de dónde proviene el rechazo a la inmigración? Son diversas las opiniones planteadas al respecto, entre ellas destaca la hipótesis de que es un comportamiento heredado desde la época colonial y que se ha fomentado a partir de las guerras con los países vecinos. De esta manera, solo basta analizar la diferencia en el comportamiento del chileno frente a un inmigrante europeo y un inmigrante latinoamericano. Donde el primero es tratado con pleitesía, más aún si este es rubio y de ojos azules; por otro lado, el latinoamericano, de tez morena, suele ser tratado con desdén, del mismo modo en que un criollo trataría a un indígena en el siglo XVII.
Finalmente, la razón del rechazo a la inmigración podría justificarse por medio de la idiosincrasia chilena. Ya que, claramente, no da lo mismo ser un inmigrante europeo que uno latinoamericano, el cual despierta fervores nacionalistas y aviva vestigios de discriminación colonial. Esto solo demuestra que aún queda un largo camino para ver como quieren en Chile, al amigo cuando es forastero.
viernes, 11 de septiembre de 2009
Experimentación animal
La experimentación con animales es uno de los temas más polémicos y que ha levantado algunas de las discusiones más acaloradas y apasionadas de la historia. Desde el siglo II d. C., los científicos han utilizado a los animales de laboratorio para investigar procesos biológicos de los seres humanos, causas de enfermedades y testear fármacos, vacunas y técnicas quirúrgicas. También desde entonces se ha considerado el hecho de utilizar animales para experimentar como un proceso cruel, inmoral e innecesario.
A pesar de que las investigaciones pueden realizarse con cultivos de laboratorio o con formas simples de vida como las bacterias, los científicos alcanzan resultados más satisfactorios mediante la utilización de ratas, ratones, aves, primates, conejos, cerdos, hámsters, conejillos de India e incluso aquellos cercanos como los perros y gatos. Ello se debe a que estos animales funcionan esencialmente como los seres humanos y, por lo tanto, proporcionan buenos modelos para realizar experimentos y explorar los principales órganos del cuerpo, la función del sistema nervioso y el papel de los microorganismos en la aparición de las enfermedades.
En cada experimento se utilizan animales sanos a los que se les provoca una enfermedad para ser sometidos a cruentas pruebas en busca de la mejor cura y/o intervención quirúrgica. Este proceso resulta sumamente doloroso y cruel, ya que al animal solo le espera morir como víctima del experimento o ser sacrificado porque ha dejado de ser útil.
Los defensores de la experimentación animal señalan que gracias a las prácticas con animales, los estudiantes de medicina pueden aprender ciertos procesos fisiológicos, características anatómicas y adquirir habilidades en el área quirúrgica y clínica. Además, la investigación con animales ha permitido grandes avances en la medicina, encontrando alivio para patologías que resultaban inmanejables, tales como la enfermedad de Parkinson y la esquizofrenia. Sin embargo, la experimentación con otro ser vivo, cuando este siente dolor, es cuestionable aún si se parte de la premisa de que el bienestar humano es un bien superior.
En Chile, la discusión sobre la experimentación animal permanece vigente, pero sin acciones legales. Desde septiembre de 2003 se tramita un proyecto de ley que regula la conducta de maltrato o crueldad con los animales; sin embargo, dicho proyecto, aún permanece bajo moción en la Cámara de Senado y sin carácter de urgencia.
A pesar de que las investigaciones pueden realizarse con cultivos de laboratorio o con formas simples de vida como las bacterias, los científicos alcanzan resultados más satisfactorios mediante la utilización de ratas, ratones, aves, primates, conejos, cerdos, hámsters, conejillos de India e incluso aquellos cercanos como los perros y gatos. Ello se debe a que estos animales funcionan esencialmente como los seres humanos y, por lo tanto, proporcionan buenos modelos para realizar experimentos y explorar los principales órganos del cuerpo, la función del sistema nervioso y el papel de los microorganismos en la aparición de las enfermedades.
En cada experimento se utilizan animales sanos a los que se les provoca una enfermedad para ser sometidos a cruentas pruebas en busca de la mejor cura y/o intervención quirúrgica. Este proceso resulta sumamente doloroso y cruel, ya que al animal solo le espera morir como víctima del experimento o ser sacrificado porque ha dejado de ser útil.
Los defensores de la experimentación animal señalan que gracias a las prácticas con animales, los estudiantes de medicina pueden aprender ciertos procesos fisiológicos, características anatómicas y adquirir habilidades en el área quirúrgica y clínica. Además, la investigación con animales ha permitido grandes avances en la medicina, encontrando alivio para patologías que resultaban inmanejables, tales como la enfermedad de Parkinson y la esquizofrenia. Sin embargo, la experimentación con otro ser vivo, cuando este siente dolor, es cuestionable aún si se parte de la premisa de que el bienestar humano es un bien superior.
En Chile, la discusión sobre la experimentación animal permanece vigente, pero sin acciones legales. Desde septiembre de 2003 se tramita un proyecto de ley que regula la conducta de maltrato o crueldad con los animales; sin embargo, dicho proyecto, aún permanece bajo moción en la Cámara de Senado y sin carácter de urgencia.
lunes, 7 de septiembre de 2009
Experimentación animal
La utilización de animales en la experimentación científica de fármacos y tratamientos médicos es cruel, inmoral e innecesaria.
La experimentación con animales es uno de los temas más polémicos y que ha levantado algunas de las discusiones más acaloradas y apasionadas de la historia. Desde el siglo II d.C., los científicos han utilizado los animales de laboratorio para investigar procesos biológicos en los seres humanos, causas de enfermedades y testear fármacos, vacunas y técnicas quirúrgicas. También desde entonces se ha considerado el hecho de utilizar animales para experimentar como un proceso cruel, inmoral e innecesario.
A pesar de que las investigaciones pueden realizarse con cultivos de laboratorio o con formas simples de vida como las bacterias, los científicos refieren que alcanzan resultados más satisfactorios mediante la utilización de ratas, ratones, aves, primates, conejos, cerdos, hámsters, conejillos de india e incluso aquellos cercanos como los perros y gatos. Ello se debe a que éstos animales funcionan esencialmente como los seres humanos y, por lo tanto, proporcionan buenos modelos para realizar experimentos y explorar los principales órganos del cuerpo, la función del sistema nervioso y el papel de los microorganismos en la aparición de las enfermedades.
En cada experimento se utilizan animales sanos a los que se les provoca una enfermedad para ser sometidos a cruentas pruebas en busca de la mejor cura y/o intervención quirúrgica. Este proceso resulta sumamente doloroso y cruel, ya que al animal solo le espera morir como víctima del experimento o ser sacrificado porque ha dejado de ser útil.
Los defensores de la experimentación animal señalan que gracias a las prácticas con animales los estudiantes de medicina pueden aprender ciertos procesos fisiológicos, características anatómicas y adquirir habilidades en el área quirúrgica y clínica. Además, la investigación con animales ha permitido grandes avances en la medicina, encontrándose alivio para patologías que resultaban inmanejables, tales como la enfermedad de Parkinson y la Esquizofrenia. Sin embargo, la experimentación con otro ser vivo, cuando éste siente dolor, es cuestionable aún si se parte de la premisa de que el bienestar humano es un bien superior.
En nuestro país, la discusión sobre la experimentación animal permanece en boca de todos, pero sin acciones legales. Desde septiembre de 2003 se tramita un proyecto de ley que regula la conducta de maltrato o crueldad con lo animales; sin embargo, dicho proyecto, aún permanece bajo moción en la cámara de senado y sin carácter de urgencia.
La experimentación con animales es uno de los temas más polémicos y que ha levantado algunas de las discusiones más acaloradas y apasionadas de la historia. Desde el siglo II d.C., los científicos han utilizado los animales de laboratorio para investigar procesos biológicos en los seres humanos, causas de enfermedades y testear fármacos, vacunas y técnicas quirúrgicas. También desde entonces se ha considerado el hecho de utilizar animales para experimentar como un proceso cruel, inmoral e innecesario.
A pesar de que las investigaciones pueden realizarse con cultivos de laboratorio o con formas simples de vida como las bacterias, los científicos refieren que alcanzan resultados más satisfactorios mediante la utilización de ratas, ratones, aves, primates, conejos, cerdos, hámsters, conejillos de india e incluso aquellos cercanos como los perros y gatos. Ello se debe a que éstos animales funcionan esencialmente como los seres humanos y, por lo tanto, proporcionan buenos modelos para realizar experimentos y explorar los principales órganos del cuerpo, la función del sistema nervioso y el papel de los microorganismos en la aparición de las enfermedades.
En cada experimento se utilizan animales sanos a los que se les provoca una enfermedad para ser sometidos a cruentas pruebas en busca de la mejor cura y/o intervención quirúrgica. Este proceso resulta sumamente doloroso y cruel, ya que al animal solo le espera morir como víctima del experimento o ser sacrificado porque ha dejado de ser útil.
Los defensores de la experimentación animal señalan que gracias a las prácticas con animales los estudiantes de medicina pueden aprender ciertos procesos fisiológicos, características anatómicas y adquirir habilidades en el área quirúrgica y clínica. Además, la investigación con animales ha permitido grandes avances en la medicina, encontrándose alivio para patologías que resultaban inmanejables, tales como la enfermedad de Parkinson y la Esquizofrenia. Sin embargo, la experimentación con otro ser vivo, cuando éste siente dolor, es cuestionable aún si se parte de la premisa de que el bienestar humano es un bien superior.
En nuestro país, la discusión sobre la experimentación animal permanece en boca de todos, pero sin acciones legales. Desde septiembre de 2003 se tramita un proyecto de ley que regula la conducta de maltrato o crueldad con lo animales; sin embargo, dicho proyecto, aún permanece bajo moción en la cámara de senado y sin carácter de urgencia.
domingo, 16 de agosto de 2009
What dreams may come
"Más allá de los Sueños", una película dirigida por Vincent War en 1998, se basa en la novela de Richard Matheson.
Chris Nielsen (encarnado por el excelentísimo actor Robin Williams) vive junto a su esposa, Annie (representada por Annabella Sciorra), junto a sus dos hijos. Un lamentable accidente de tránsito cobra la vida de ambos muchachos y sumerge a Annie en una intensa depresión. Por si fuera poco, un tiempo después, es Chris quien fallece, también víctima de un accidente de trásito.
Tras la dolorosa pérdida Annie, víctima de una depresión aún más intensa, acaba con su vida. Su leal esposo tratará de rescatarla de la eternidad en el infierno; es así como inicia una travesía sin igual, en la que se reencuentra con sus seres queridos.
Una película increiblemente bien lograda, que lleva la emoción al límite.
Recomendable para aquellos que disfrutan las historias de amor eterno.
jueves, 13 de agosto de 2009
The Su's Blog
Les doy la bienvenida.
Proximamente iniciaré una sección de comentarios de cine, debido a que es uno de mis pasatiempos.
Espero su participación.
Proximamente iniciaré una sección de comentarios de cine, debido a que es uno de mis pasatiempos.
Espero su participación.
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