Burghwyn
Octubre 31, 1815
Querida Katherine.
Perdóname por no escribir con anterioridad. Como Margarite debe haberte comentado, el día que volví a ver al Conde fue algo accidentado y repleto de emociones. Sin embargo, el motivo de mi carta es otro bastante diferente; mi salud no ha estado muy bien el último mes. Afortunadamente no ha sido nada grave, nuestro médico, Lord Millard, me ha indicado que la causa fue probablemente el cansancio; aunque Alexander igualmente me regañó severamente por descuidar mi propio bienestar y no dar aviso con anterioridad. Me esforcé tanto en conocer todo sobre los sirvientes y la mansión, además de cumplir con los compromisos sociales y demás, que sobrepasé mis propios límites.
El día de hoy me han permitido salir a los jardines, pero el encierro no ha estado relacionado con mi salud exactamente. Sinceramente me hacía falta recibir sol y respirar algo de la placentera brisa de Burghwyn, aún cuando lo mío son los interiores, en este lugar he aprendido que el aire libre es una maravilla. Para mi disgusto, los vigilantes no han hecho mas que aumentar: primero tenía a Molly, que me seguía a sol y sombra; luego de lo de la cabaña, Alexander pidió a Sebástian que Jimmy se mantuviese a mi lado cada vez que salía del edificio. Resulta que el muchacho, mejor que nadie, conoce cada rincón de la mansión y sus alrededores; finalmente, y por si fuera poco, después de cierto desafortunado incidente, ahora tengo un escolta. ¡Sí! Ese es el motivo por el que me moría de deseos de enviarte noticias... el asunto de por qué ahora tengo escolta. Lo creas o no, aparentemente, todo es culpa de Lord Burke.
Además de los inadecuados rumores que fueron iniciados por nuestro tío, resultó que aquellas amenazas que había lanzado al aire, en relación al arrebato de la herencia, no fueron solo palabras. El desafortunado incidente que les comenté, aconteció hace un par de semanas... tristemente, dentro de las tierras del Conde. Algo que le ha convertido en un ogro los últimos días, por el asunto de aumentar la seguridad y limitar los accesos a Burghwyn. Aunque su enojo es con todo el mundo, excepto conmigo y con Jimmy.
Como te comenté, Sebástian había asignado a Jimmy para que me acompañase en cada salida a los jardines y exteriores; el muchacho es bastante ágil y, para sorpresa mía, extremadamente bueno con la montura, considerando su corta edad. Molly, por otro lado, odia los caballos y estos a ella, así que me deja a cargo del mozo cada vez que salimos de paseo. No me había estado sintiendo muy bien esos días, pero atribuí el malestar a que, pese a la indicación de reposo, debía seguir asistiendo a las continuas reuniones con el abogado y otros eventos en los que el Conde me había presentado oficialmente como su prometida. Por eso, aquel día me pareció una excelente idea salir con Jimmy a dar un paseo por el sector de la laguna para hacer un cambio de aire. ¡Exacto! Las extensas tierras del Conde incluyen una hermosa laguna rodeada de flora y fauna nativa, la que se encuentra en la parte mas al sur desde la mansión.
El joven mozo ya se siente más cómodo conmigo y se anima a platicarme sobre detalles divertidos de la mansión y de incidentes entre la servidumbre que vuelven mis paseos mucho más interesantes. En esa ocasión, me comentaba sobre un rumor que había oído en las caballerizas, cuando preparaba los caballos para nuestra salida; aparentemente, uno de los criados avistó a un individuo sospechoso merodeando por uno de los accesos al norte. En la zona no es común encontrar criminales, así que supuso que sería algún nuevo sirviente del que no le habían comentado, pero igualmente cumplió con informarlo.
- Entonces, ¿hay algún nuevo sirviente en la mansión? - Pregunté con curiosidad y algo de inquietud.
- No señora, Sebástian parecía molesto y le ordenó a Lionel organizar a los hombres para realizar una búsqueda por el área norte para encontrar al intruso. - Respondió el muchacho, mientras rodeábamos unos arbustos para comenzar a descender hacia la laguna.
- Oh, pero para estas alturas ya no se encontrará en las tierras. Quiero decir, si notó que lo habían visto, se habrá ido. ¿Verdad? - Le seguí en la maniobra, una vez que acabásemos el descenso estaríamos a pocos metros de nuestro destino.
- Pues, si me permite la franqueza... - asentí con un movimiento de cabeza, - los pillos como esos se mueven rápido, más que irse de los terrenos, puede que incluso se encuentre todavía más adentro. - Se detuvo y volteó a verme, cayendo en cuenta que quizás su pequeño comentario podría haberme asustado. - Pero no creo que se arriesgue a venir tan al sur, así que puede estar tranquila, señora. Para llegar hasta acá, necesariamente tendría que pasar por los terrenos más cercanos a la mansión, así que ya le habrían atrapado. - Ciertamente Jimmy tenía razón, nadie estaría lo suficientemente loco, pero bueno, ya te imaginarás para dónde va todo esto.
Descendimos de nuestras monturas y dejamos que los caballos bebiesen agua en la laguna. Cerré los ojos y disfruté de la brisa y los sonidos de la naturaleza, pero al mismo tiempo me preguntaba a qué se debería tanta alarma por un simple intruso. Debo haber hecho alguna mueca extraña, pues Jimmy se me acercó con una sonrisa medio divertida.
- Apuesto a que la señora está pensando por qué tanto escándalo por un simple intruso. - Ese niño tiene una agudeza que compite con la de Teresa para algunas cosas.
- Jimmy, eres muy observador. - Lo elogié y correspondí su sonrisa. - ¿Y bien? Apuesto a que tú sabes algo que yo no sé. - Él asintió con orgullo, realmente era un excelente informante y bastante más hablador de lo que había imaginado. Con Alexander se mostraba alegre y servicial, pero no intercambiaban mucha conversación.
- Tiene que ver con lo de los rumores que le conté la otra vez, señora. Aparentemente, no eran los únicos rumores que circulaban. - Me confundió un poco su comentario, pues no entendía la relación entre los rumores sobre mi reputación y un intruso. - Le contaré algo que es un secreto. Yo antes era de la Ciudad Capital, formaba parte de una pandilla de ladrones. El patrón me recogió después de que traté de robarle su cartera, de hecho me compró al jefe de la banda. - Me contaba todo como quién narra un cuento de fantasía; me causó curiosidad en qué terminaría todo, así que le presté todavía más oído a su historia. Resultaba que cuando Alexander compró la libertad de Jimmy, quedó en muy buenos términos con el jefe de la banda y lo contrató para comunicarle cualquier información que le pareciera relevante y de interés. Estamos hablando de que el Conde le paga a un hombre del bajo mundo por mantenerlo al tanto de cualquier novedad de preocupación. ¡Y allí, hermana querida, empecé a visualizar el asunto que tanto preocupaba a todos en la mansión! - El patrón se enteró de que cierto caballero había ofrecido una importante suma de dinero para aquél que lograse darle una lección a cierta dama, sin importar el método.
- Asumo que mi nombre apareció en ese informe. - Jimmy movió su cabeza afirmativamente, suspiró y se llevó las manos al bolsillo.
- Marcus... así se llama el jefe de la banda. Marcus le dijo al patrón que se había encargado de que ninguno de sus hombres tomara el trabajo, así como también negoció con otras bandas para que no le prestasen oído al asunto. Claro, hay un honor entre ladrones y maleantes, a las damas no se las toca... pero no faltan los desesperados por dinero o medio sacados de un tornillo. - Se desordenó los cabellos y llamó a los caballos para que volviésemos a la mansión. - Por eso es bueno que no se quede nunca sola, ni que esté fuera de la mansión por mucho tiempo. La prioridad de todos es que a la señora no le pase nada, porque eso haría al patrón muy infeliz.
Se puede ver que todos los sirvientes sienten un profundo respeto y cariño por su señor. Alexander es un hombre muy encantador, así que puedo entenderlo, aunque algo me dice que las cosas son un poco más profundas. Así como la historia de Jimmy, tengo la sensación de que hay muchas otras más, incluso sobre mi prometido, cosas que debería saber, pero que supongo averiguaré eventualmente.
Decidí acatar las recomendaciones y mantener las precauciones necesarias; por ello no me molestó cuando Jimmy me sugirió regresar, lo cierto es que si el intruso era uno de los que había aceptado el "encargo", no me animaba exponerme innecesariamente. De esa manera, subí a mi montura y seguí al muchacho en el camino de regreso, pero algo no estaba bien. Mi caballo, que por lo general es muy tranquilo y manso, estaba inquieto; el corcel de Jimmy también parecía presentir algo malo, pues se rehusaba a avanzar y retrocedía lentamente, poniéndose en guardia. Repentinamente, alguien me jaló la pierna. Lo siguiente que supe es que me había caído de la montura y mi caballo había salido corriendo despavorido en dirección a la mansión a causa de la conmoción. En la caída me golpeé la cabeza, así que mi visión estaba algo nublada, pero, entre el griterío y los sonidos ambientales, pude distinguir que Jimmy forcejeaba con un segundo sujeto que trataba de arrojarlo del caballo a él también. Comencé a sacudir la cabeza, hasta que logré distinguir las figuras con claridad, justo a tiempo para ver a un hombre que se me echaba encima; en el pánico, cogí lo que estuvo a mi alcance para defenderme y comencé a lanzarle golpes. Para mi fortuna era una rama caída bastante gruesa; podré no tener mucha fuerza, pero dar brazadas con algo contundente sirve para agredir a cualquiera.
Jimmy hacía lo suyo con el segundo atacante, como te había mencionado era un muchacho bastante ágil y bueno en la montura, aquel día, aprendí que era mucho más fuerte de lo que parecía. Para buena fortuna mía no tardó que deshacerse del tipo que trataba de arrojarlo de su montura, una patada del caballo fue suficiente para dejarlo fuera de combate. Con la tarea cumplida se lanzó bestia abajo, sobre mi atacante, intentando mantener las manos del sujeto lejos de mí. Iba todo de maravilla, pero había un tercer hombre que no habíamos visto y que se decidió a aparecer justo en ese momento. Cogió a Jimmy por la ropa y lo arrojó contra el tronco de un árbol, ¡ah!, pero el muchacho no iba a rendirse y le comenzó a dar pelea. Yo ya había logrado incorporarme y continuaba con lo mío, no podía largarme a correr, te imaginarás que los tacones y el corpiño no son muy adecuado para huir a ningún lado, así que me aferre a mi rama y a sus sólidos golpes; cada uno de ellos iba directo a la cabeza de aquella escoria o donde fuera que cayese. ¡Querida Katherine!, pero la vida no es demasiado justa, nuestros atacantes traían dagas consigo y uno de ellos lastimó a Jimmy severamente, dejándolo en el piso. Me aterró pensar que el pobre muchacho había sido lastimado a causa mía, por defenderme, aunque no tuve demasiado tiempo para nada mas, pues pronto me vi enfrentada a dos hombres en lugar de uno.
No sabría muy bien cómo describir sus apariencias o miradas, me producían asco, enojo y terror. Mis rodillas temblaban por la amenaza, pero aún así me mantenía firme, pues me negaba a aceptar que esos cobardes me pusiesen las manos encima. Yo tenía mi rama, cuyo alcance era mayor que el de sus cuchillas; mas ellos tenían la fuerza y la resistencia que a mi me faltaban, como te comenté en un principio, mi salud no había estado muy bien y aún no me recuperaba del todo. Los ojos ya se me habían comenzado a llenar de lágrimas por la desesperación, pues estaba comenzando a sentir la fatiga y mis movimientos eran ya bastante lentos, lo suficiente para que uno de ellos lograse coger la rama y arrancármela a la fuerza de las manos. Se saborearon al verme desarmada y agotada, recuerdo que comentaron que se asegurarían de pasarlo muy bien. Afortunadamente nada pasó, gracias a un sonido que nunca olvidaré. Fue como una pequeña explosión grave, breve y con eco, luego de la cual uno de los sujetos cayó al piso, dolorido y cubierto de sangre, se sujetaba el brazo con pánico y gritaba. El segundo hombre se acobardó al ver a su compañero restante caído y se largó a correr a toda velocidad, pero un grupo de caballos pasó a galope rápido y en nada le dieron alcance. Querida Katherine, el Conde tiene una excelente puntería, y usó su arma para abatir a uno de mis atacantes desde su caballo. Gracias a Molly, que sabía dónde estábamos y advirtió la llegada solitaria de mi corcel, la ayuda llegó rápidamente.
Al verme libre de peligro, caí de rodillas, el cuerpo completo me tiritaba y no podía apartar la mirada del pequeño cuerpo inmóvil de Jimmy. Lo hice hasta que Lionel se le acercó, lo cargó y se lo llevó a toda velocidad en su caballo de vuelta a la mansión; mientras Alexander me cogió en brazos y me subió a su montura. Instintivamente cogí su camisa con una de mis manos y la estrujé con fuerza, solo entonces me largué a llorar en silencio, con el rostro enterrado en su pecho. Le escuché gritar algunas indicaciones a Sebástian en relación a los maleantes, pude distinguir su cólera; luego tomó las riendas del caballo y se supo en marcha.
- ¡Su Excelencia! Gracias al cielo se encuentran bien -, distinguí la voz de Teresa entre la conmoción de los sirvientes, pero no despegué el rostro del pecho de Alexander. Cuando por fin me tuvo en sus brazos, dejé salir todo el pavor que había contenido durante el ataque y, aunque ya no estaba llorando para cuando llegamos a nuestro destino, no quería dejar la seguridad de su protección; él tampoco parecía querer dejarme ir, pues al llegar, uno de los criados detuvo las riendas mientras el Conde se deslizó conmigo en sus brazos hacia el suelo. Ingresó en la mansión dando largas zancadas y gritando instrucciones a diestra y siniestra.
Llamo al médico a mi habitación, para que examinara mis heridas. Verás, querida Katherine, por la emoción del momento no me percaté al principio, pero la herida que me hice en la cabeza al caer estaba sangrando bastante y tenía llagas en las manos de cuando me arrebataron la rama. Costó trabajo que me animara a soltarme de Alexander, pero él lo consiguió con paciencia y amables promesas de no dejar mi lado hasta que me hubiese calmado del todo. Cuando no hablaba conmigo, seguía gritando y dando indicaciones a las sirvientas y criados. Instrucciones en relación a los turnos de vigilancia, exigiendo la presencia del jefe de policía local inmediatamente, jurando a los cielos que mataría al próximo que se atreviese a mirarme siquiera. Un ir y venir, Katherine, realmente estaba furioso. ¿Cómo no voy a confundir mis sentimientos con acciones y reacciones como aquellas?
Gracias al cielo, Lord Millard había alojado en la mansión esas semanas, debido a que deseaba monitorear mi salud y por solicitud de Alexander. Por ello, Jimmy recibió la atención requerida nada más llegar al edificio; me tranquilizó escuchar al médico comentarle al Conde que el muchacho se encontraba fuera de peligro, sus heridas eran de preocupación, pero gracias a recibir la atención oportuna estaría bien, con el debido cuidado y reposo. Bromeó con que a ese paso se mudaría a la mansión y logró sacarme una sonrisa. Por el golpe en la cabeza acabé con algunas puntadas y una contusión que me ha obligado a hacer reposo. Por las heridas en mis manos no había podido hacer casi nada, hasta ahora, que finalmente puede escribirte.
Dentro de las medidas para asegurar mi seguridad, y a sugerencia de Sebástian, apareció Drake Bolt, otro más que me sigue donde quiera que vaya y se pueda. Sin embargo, del Señor Bolt tendré que hablarte en otra ocasión, pues pese a encontrarme mejor, aún tengo las manos algo delicadas a causa de mis lesiones; así que con esta extensa carta creo que es más que suficiente por ahora. Estoy mejor y bien reguardada, así que no debes preocuparte por mi bienestar. Alexander no dejará que nada malo me suceda.
Parte IV Parte VI
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¡Hola!
Muchas gracias por tu comentario.
Si el sistema de blog me lo permite (porque a veces me da problemas), te responderé en cuanto sea posible.
Otra vez, muchas gracias. ¡Hasta la próxima!