Isekai - 異世界 - Buscando a María

Isekai 
- 異世界 -
Buscando a María


Cuando María se había largado a correr para escapar de la oscuridad del túnel, ambos le siguieron inmediatamente; sin embargo, nada más entrar al umbral de luz la perdieron de vista. Ambos tardaron solo unos minutos en darse cuenta que ya no se encontraban en donde deberían estar, y su señal de alarma había sido la doble luna en el cielo, las que eran perfectamente claras pese a la luminosidad del sol. Luego estuvo el pánico que les sobrevino cuando se percataron de que su pequeña hermana no se encontraba por ningún lado.

Alexander se había largado a gritar en todas direcciones, esperando que la niña se encontrase cerca, oculta, quizás jugándoles una broma; ciertamente, Alberto también esperaba lo mismo, mas el paso de los minutos y la respuesta silenciosa de la pequeña les hizo pensar lo peor. ¿Sería posible que solo ellos hubiesen sido transportados a ese lugar? El mayor de los hermanos se unió al de en medio y comenzó a llamar a la pequeña a viva voz. Aunque la respuesta que obtuvieron no fue la que esperaban.

- Si la tal María estuviese cerca ya les habría contestado. - La voz de un hombre desde las alturas les sobresaltó inmediatamente. Ambos miraron hacia arriba, distinguiendo a un sujeto de ropas oscuras que saltaba desde unos dos o tres metros hasta donde ellos se encontraban. Aterrizó entre ambos y se irguió rápidamente. - Algo me dice que ustedes no pueden decirme dónde rayos me encuentro, ¿estoy en lo cierto? - Fue Alberto el que se decidió a responder.
- Acabamos de llegar a este lugar. Por tu pregunta asumo que tu tampoco eres de por aquí.
- No, aparecí hace más o menos medio día. - Antes de que Alexander pudiera hacer la pregunta, el sujeto ya había comenzado a responder. - No, no vi a nadie remotamente parecido a una mujer por donde anduve. - Ciertamente parecía decepcionado; quizás por no encontrar a nadie, o quizás por otra cosa.

Los dos hermanos se observaron con preocupación, pero Alexander no pudo mantenerse en calma por más tiempo y comenzó a llamar a su hermana nuevamente. Esperando una réplica, gritaba a todo pulmón desde una saliente de roca, mas lo único que lograba oír era la respuesta de su propio eco. Mientras tanto, el otro hermano comenzó a intercambiar información con recién llegado. Alberto le explicó quienes eran y cómo habían llegado a ese lugar, el sujeto de negro, además de escuchar con atención, le compartía lo que le parecía relevante de su propia persona. Luego de unos minutos de conversación, acabaron apoyados a la sombra de un árbol. 

- Deja ver si estoy entendiendo bien. Ustedes dos vienen de un mundo diferente a este. - Comenzó a resumir el sujeto de ropaje negro. - Básicamente aparecieron de la nada, igual que yo.
- Exacto. - Respondió el joven de cabellos castaños que se encontraba apoyado junto a él.
- Y están buscando a su hermana, que ustedes suponen también llegó a este mundo, pero se separaron cuando cruzaban por un túnel. - Agregó el de negro, mientras observaba al segundo sujeto que gritaba ya casi perdiendo la voz.
- Si, así es. - Volvió a responder el joven, imitando a su interlocutor.
- Tengo una duda. ¿Cuántos años me dijiste que tenía tu hermana?
- Seis años.
- Entonces, supongo que esa es la razón por la que él grita desesperadamente su nombre. Pero tú estás demasiado calmado. - Le observó de medio lado, sin molestarse en girar la cabeza.
- Pues no creo que sea muy útil que ambos entremos en pánico. No me malinterpretes, estoy tanto o más preocupado que Alexander; María es una niña pequeña y me aterra pensar que puede estar allí fuera sola, pero me preocupa todavía más imaginar que solo nosotros llegamos a este mundo extraño y que ella se quedó en el nuestro. - Finalizó Alberto, observando el cielo, sin poder creer aún que observaba dos lunas.
- ¿Cuál me dijiste que eran sus nombres?
- Yo soy Alberto, y él es Alexander.
- Soy Lain. - Agregó, apuntándose con el pulgar. - Si los tres cruzaron por el umbral como dicen, lo más probable es que ella también esté en este lugar. De seguro apareció en un sitio diferente.
- Eso espero.

Sin duda era lo más probable; aunque esos dos habían aparecido de una forma diferente a como él había llegado a ese mundo, todo le indicaba que muy probablemente la niña también se encontraba en alguna parte, lo que también le llevaba a sospechar que quizás encontrarían a más personas en la misma situación que ellos.

- Deberíamos ir a buscarla. - El repentino comentario de Alexander, que a esas alturas se les había acercado, cansado de gritar en vano, le trajo de vuelta rápidamente.
- Lain, ¿qué harás? ¿Nos acompañas a buscar a María? Quizás puedas averiguar más sobre este lugar si vienes con nosotros. - Consultó Alberto.

No le animaba la idea de hacerse de nuevos compañeros, sobretodo considerando su deficiente desempeño trabajando en equipo; pese a todo, saber que había una niña por allí vagando sola pudo más que su desagrado por la compañía. Era un caza-recompensas y podría decirse que los de su clase no tenían honor ni orgullo, pero él se consideraba a sí mismo una clase superior de mercenario. Se decidió a acompañarles, pues era muy probable que descubriese algo útil.

Continuará...



Parte III                             Parte V


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