Recuerdos de Fantasmas


Hubo un tiempo en el que sentía miedo.


   Cada vez que el sol desaparecía por el horizonte, la angustia oprimía su corazón, pues tenía certeza de que, sin importar sus intentos, ellos no le permitirían conciliar el sueño.

   En la soledad de su habitación, cubierta totalmente por las mantas en su cama, cerraba los ojos con fuerza, intentando no demostrar que podía oírlos susurrar su nombre.



Hicieron falta quince años para que recién comprendiera aquellas pesadillas de su infancia.


   Ahora recorría cada habitación con los mismos ojos que antes, su respiración era calma, pero eso no significaba que las cosas fueran diferentes. Aún veía a la anciana malhumorada del pasillo, seguía escuchando el jugueteo de los duendes interrumpir su rutina y continuaba recibiendo extrañas visitas en su habitación. Su vida era aquella Caja de Pandora que siempre había sido y que siempre sería. Lo sobrenatural era su pan de cada día: en ocasiones divertido y en otras, no tanto.


Aceptar las cosas no significa hacerlas más fáciles; como aquella ocasión en que trataron de asfixiarle.


   Despertó en mitad de la noche, sintiendo que alguien presionaba su pecho con fuerza; inmediatamente intentó levantarse, mas no le fue posible, ni siquiera podía con el peso de sus propios brazos. Decidió voltearse,  tratando de mantener la calma en todo momento, pero cada vez que conseguía ponerse boca abajo algo la devolvía a su posición original, mirada fija en el techo estrellado. Tras numerosos y vanos intentos, finalmente comenzó a entrarle el pánico. Solo entonces decidió cerrar los ojos y rezar. 


   Muchas veces no podía recordar las palabras que le harían libre.¿Por qué era eso?
Rezaba todos los días.
¿Por qué no podía recordarlo? 


   Comenzó a lanzar frases al azar en su cabeza, iban sobre el Padre Nuestro, y continuó sin detenerse hasta por fin ordenar sus ideas y completar un verso completo. Siempre el mismo verso.


"No nos dejes caer en tentación y líbranos del mal"


   ¡Pudo mover su brazo!, elevó la extremidad lo más alto que sus fuerzas le permitieron, pero enseguida éste cayó como peso muerto sobre su estómago. Le alegró notar que aún conservaba la movilidad de su mano e intentó palpar con ella lo que tenía debajo. Al menos ya no sentía la presión asfixiante en su pecho, pero aún no podía levantarse. Sus dedos comenzaron a enredarse en algo que parecía cabello, pero ¿de quién? ¡Ella dormía sola en aquella habitación!, ¿de quién era ese cabello? 

   De golpe quedó sentada en la cama. Rápidamente encendió la luz y revisó por todas partes, solo para comprobar que efectivamente estaba sola. Se mantuvo inmóvil. Con la respiración aún acelerada, agudizó el oído y notó que se escuchaban pasos en la habitación de al lado, pasos que iban y venían.


Respirar profundamente para tranquilizarse es lo único que ayuda.
Luego debes reunir el valor necesario para levantarte y salir.


   Se detuvo de pie a centímetros de abrir la puerta de la habitación. El baño estaba al otro lado del pasillo, solo debía llegar a él y luego arreglársela para correr a la habitación de sus padres. Cuando les despertase, todo volvería a la normalidad, siempre era igual.

   Abrió la puerta, corrió al baño y se volteó para dirigirse hacia su objetivo. Contuvo la respiración cuando vio a una niña de unos trece años observarla desde el marco de la puerta. Ella comenzó a hablarle - <<No vengas. Vuelve a tu cuarto y no salgas de allí.  Él no puede entrar a tu cuarto.>>


Esas palabras aún resuenan, como ecos en la distancia.


   Se mantuvo de pie, en la mitad del pasillo, el tiempo suficiente para analizar sus opciones. Lo que parecía ser un fantasma, en una situación que incluso para ella era bastante inusual, le sugería, por su bien, regresar a su cuarto.

   Suspiró con pesadez y arrastró los pies de vuelta. No iba a plantarle cara a lo que sea que aquella niña trataba de evitar que le encontrase. No volvió a dormir aquella noche, no con los pasos que iban y venían en el cuarto vecino.


La mayoría no cree.
La mayoría finge no creer.
Fingir que algo no pasa parece ser más fácil.


   A pesar de todas las cosas extrañas, le encantaba aquella casa, se sentía sola cuando en otro lado.


Es reconfortante saber que no estas solo, pero no siempre es agradable saber que hay algo o alguien que te está observando.




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